Capillas de la Catedral: el cielo en tierra

*Las catorce ermitas que abrazan a la Catedral de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción en la Ciudad de Puebla resguardan retablos religiosos, verdaderas obras de arte y figuras de Santos dignas de veneración

Édgar Ávila Pérez

Puebla, Pue.- Si poner un pie dentro de la Catedral Metropolitana de Puebla es adentrarse a uno de los museos más importantes de arte novohispano, echar un vistazo al interior de las catorce capillas que abrazan al inmueble, declarado Patrimonio de la humanidad, es adentrarse a un mundo religioso inesperado.

Las esplendidas bóvedas y coloridos vitrales que lucen orgullosos en las alturas, resguardan retablos religiosos con verdaderas obras de arte, llenas de conceptos fundamentales de la doctrina cristiana y figuras de Santos dignas de veneración, no sólo por la cuestión de la fe, sino por su belleza y su arte.

Si en algún momento las 14 capillas laterales sirvieron para el Sacramento de la Eucaristía -centro y compendio de todo el cristianismo-, hoy son veneradas y admiradas por el arte sacro que aún se conserva en sus entrañas.

La sensación de paz y quietud que brinda la Catedral de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción de Puebla -el primer templo suntuoso que se hizo en América-, aumenta cuando uno se para frente a las rejas de estos pulcros espacios.

En un sentido práctico, tradicional y devocional -afirma una estudiosa del tema- este tipo de capillas iniciaron en el Siglo IV cuando San Martín Caballero, un obispo católico de Tours, obsequió  un pedazo de su capa a un desnudo méndigo y en respuesta a su misericordia, se le apareció Jesucristo para reconocerle su misericordia.

“En Francia empieza esta devoción por esta capita de San Martin  Caballero y se empieza a venerar en una lateral de la iglesia y de ahí se le hace un espacio, un altar para que pudiera tener una devoción a esta capita y de ahí se le llamó capilla a este espacio de esta reliquia”, relata la especialista en la historia de la fe católica.

Con el tiempo, las capillas tomaron un sentido arquitectonico: era norma que cada Cátedral tuviera sus dos laterales para servir como contra fuertes. “La estructura de la Cátedral es muy grande y la cúpula es casi el doble de altura de las capillas laterales, entonces este desplante de niveles hacía que tuviera ventilacion y a través de vitrales que entrara la luz”, describió.

Para poder recorrer estos los espacios de la Catedral poblana se necesita, como dicta la fe cristiana, dejar atrás las preocupaciones que inquietan y roban la paz, sólo así se podrán admirar, en toda la extensión, por ejemplo, la capillas del Evangelio o lado norte: San Nicolás de Bari, de la Preciosa Sangre, de la Inmaculada Concepción, Dulce Corazón de María, Nuestra Señora de Guadalupe, San Pedro Apóstol y Santiago el Menor.

Y bajo las advocaciones de Nuestra Señora de la Soledad, Sábana Santa, el Señor de la Columna, San Juan Nepomuceno, Capilla de las reliquias, Sagrado Corazón de Jesús y Nuestra Señora de los Dolores, las capillas del lado sur.

El santuario conocido como del Ochavo, con su bóveda de media naranja y linternilla de ocho lados, presume sus tres retablos cubiertos de pinturas pequeñas y espejos pertenecientes en su mayor parte a series históricas religiosas. Con su estilo barroco del siglo XVII, fue un pequeño oratorio y depósito.

Otra capilla que llama la atención es la del Sagrario, que estaba destinada para despachar los asuntos relacionados con los Sacramentos y servicios espirituales originalmente impartidos a la población criollo-española y sus servidumbres. El espacio principal lo ocupa una pintura de Zendejas sobre el Viacrucis, lugar que ocupó un tiempo un cuadro de La adoración de Santiago a la Virgen del Pilar.

Se suele decir que los poetas son los intermediarios entre los dioses y los hombres. La Catedral Metropolitana de Puebla y sus capillas es el punto medio, el espacio entre el cielo y la tierra; el lugar en el que quien entra en ella puede, al menos mínimamente, percibir algo del cielo.

 

 

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